Introducción
Según el diccionario de la RAE[1], axiología, del griego “axios” (digno, con valor), es la rama de la filosofía que se ocupa de la teoría de los valores.
Siendo el conocimiento del valor el problema de la axiología, el acercamiento a esta cuestión se ha ido abordando desde diferentes perspectivas a lo largo de la historia de la filosofía. La preocupación por “lo valioso” está ya presente en los autores de la época clásica, continuando en la filosofía medieval, renacentista y moderna. Pero no es hasta el siglo XIX en que se perfila más concretamente la axiología como una rama específica de la filosofía.
La relación entre el valor y el Ser, el valor y lo bello o lo bueno, la diversidad de valores, el relativismo o universalismo de los valores y su jerarquía, etc. que han sido, desde los inicios del pensamiento humano, cuestiones reiteradamente planteadas en el marco de las disciplinas filosóficas, se reformulan a partir del siglo XIX con el surgimiento de dos grandes perspectivas axiológicas: el subjetivismo y el objetivismo de los valores. Más allá de las diferentes corrientes que configuran cada una de estas perspectivas, la discrepancia fundamental radica en que los subjetivistas consideran el valor como una experiencia o idea que surge del sujeto y los objetivistas lo consideran como algo real o ideal que existe independientemente de la valoración del sujeto.
En este contexto, emerge la figura de Robert S. Hartman (1910-1973). Fruto de su propia experiencia personal como víctima del nazismo alemán, Hartman consolidó la creencia en el valor infinito de la vida humana. Nominado al Nobel de la paz en 1973, acogió como objetivo en su vida responder a la pregunta ¿qué es el bien?, y a ello dedicó sus esfuerzos en el pensamiento y la investigación, legándonos como herencia el desarrollo de la axiología formal.
[1] http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=axiologia
La Axiología Formal de Hartman
Podemos considerar que lo que Robert S. Hartman pretende con su aportación de la axiología formal es realizar un tránsito del campo de la filosofía al campo de la ciencia en lo concerniente a la axiología, otorgándole la consideración de “ciencia del valor”. En su propia expresión “introducir el pensamiento ordenado en el campo de las disciplinas morales” [1] “la ciencia en general no es ni ciencia natural ni ciencia moral, sino la ordenación sistemática del desorden” [2] . Por esta razón su primer interés es clarificar que la ciencia es ciencia, es decir, es un método lógico y formal para acercarnos a la realidad. Y otra cosa son los diversos objetos o contenidos que confieren a este método las especificidades concretas en cada ámbito.
En su libro “La estructura del valor” Hartman plantea la necesidad de clarificar esta cuestión a fin de superar uno de los obstáculos que han dificultado el desarrollo de una ciencia del valor: la distinción entre el teórico del valor y el valor mismo, entre la axiología como método científico y el valor como su objeto de conocimiento.
“Para nosotros, el valor es un objeto de conocimiento como cualquier otro, no diferente en este respecto de lo que la rosa es para el botánico o la corriente eléctrica para el físico… Del mismo modo, el axiólogo no valora, sino que analiza el valor” [3]
“De la concepción de una ciencia como conjunto de una pauta formal y un grupo de objetos se sigue que cada ciencia tiene su propia pauta y, consecuentemente, su propio grupo de objetos. Es decir, un dato se convierte en un objeto de la ciencia natural si se le aplica la pauta de la ciencia natural… El mismo dato puede aparecer entonces como objeto de la ciencia natural o como objeto de la ciencia moral, dependiendo del punto de vista, o de la pauta aplicada. Así, el mundo, aunque ontológicamente uno, puede aparecer en tantos aspectos como marcos de referencia sean aplicados a él” [4]
A partir de esta clarificación, Hartman expone las falacias axiológicas[5] que se han producido por la confusión entre pautas, métodos científicos y objetos de conocimiento y que han oscurecido el acceso al saber científico. De otra parte, y resaltando la importancia del filósofo inglés G. E. Moore, propone como piedra angular de su Axiología Formal una definición lógica del valor:
“Una cosa es buena si, y únicamente si, cumple con el conjunto de propiedades de la comprensión de su concepto”[6]. O dicho de otro modo “una cosa tiene valor según el grado en que cumple la comprensión de su concepto” [7]
De aquí se deriva que el valor, la bondad, el bien, no son propiedades de las cosas en sí, sino de los conceptos con los que las nominamos; o, mejor aún, son propiedades de la relación entre las cosas y sus conceptos. La Axiología Formal, por tanto, está asentada en el pensamiento lógico del valor, en el análisis del significado de los conceptos con los que nominamos la realidad (filosofía del lenguaje) y la mayor o menor gradación de correspondencia entre el concepto y la cosa. El valor lógico analiza qué aspecto del significado es identificado con el valor.
“Y así hacemos siempre que oímos que una cosa es “buena”: combinamos las propiedades del concepto de la cosa con la idea de la cosa en cuestión. Esta operación lógica es el significado de la palabra “bueno”. Se expresa en la definición de bien, es decir, de aquello que todas las cosas buenas tienen en común”. [8]
Desde el axioma central de la Axiología Formal, Hartman, recurriendo a la clasificación tradicional que divide a los conceptos en tres clases (definitorios, expositivos y descriptivos), planteará las categorías o dimensiones axiológicas del valor clasificándolas en sistémica, extrínseca e intrínseca, así como la jerarquía entre ellas.
Para una mejor comprensión, recurriremos a un ejemplo sencillo. Elegiremos el concepto CABALLO. Según el diccionario de la RAE [9] significa: “Mamífero del orden de los Perisodáctilos, solípedo, de cuello y cola poblados de cerdas largas y abundantes, que se domestica fácilmente.”
Tomando el axioma de Hartman, podemos realizar una valoración sistémica, extrínseca o intrínseca sobre cualquiera de los animales que existen y, de esta manera, poder considerar su valor dentro de la especie “caballo”.
Desde una valoración sistémica, podremos decir que cualquier animal estará incluido en esta clase siempre y cuando cumpla con las propiedades que definen a la especie equina. Lo que hacemos es, por tanto, una valoración definitoria: un animal es caballo o, simplemente, no lo es.
Desde una valoración extrínseca, consideraremos todas las propiedades concretas que se nos ocurran y que observemos que configuran la finita exposición de lo que es ser un caballo. Así, consideraremos el color, la raza, el tamaño, el tipo de pelo, etc. Dentro de la especie que denominamos y se ajusta al concepto “caballo” podremos comparar un animal con otro y decir que es mejor o peor en la medida en que tiene más o mejores propiedades que definen a esta especie de animal. Hacemos entonces una valoración expositiva.
Desde una valoración intrínseca, lo que haremos será considerar el valor que tiene un caballo particular. Considerando que este caballo es un animal que pertenece a su clase (sistémica) y que cumple con las propiedades expuestas en su clase (extrínseca), este caballo concreto (por ejemplo, el mío) tiene unas características propias que lo definen como único e irrepetible: estuve en su nacimiento, lo he criado, le puse el nombre, salgo a pasear con él, etc. Hacemos ahora una valoración descriptiva y singular.
[1] Hartman, R. S. (1959). La estructura del valor. Fundamentos de la axiología científica. México: Fondo de Cultura Económica. Pg. 11.
[2] Obra citada. Hartman, R. S. (1959). Pg. 219.
[3] Obra citada. Hartman, R. S. (1959). Pg. 14.
[4] Hartman, R. S. (1956). Axiología formal. La ciencia de la valoración. México: UNAM – Seminario de problemas científicos y filosóficos. Pg. 5
[5] Hartman, R. S. (1965). El conocimiento del bien. México. FCE. Pg. 11-32.
[6] Obra citada, Hartman, R. S. (1959). Pg. 43.
[7] Obra citada, Hartman, R. S. (1956). Pg. 19.
[8] Obra citada. Hartman, R. S. (1959). Pg. 43.
[9] http://www.rae.es/RAE/Noticias.nsf/Home?ReadForm
Aplicaciones de la Axiologia Formal de Robert S. Hartman
Las herramientas que la Axiología Formal genera tienen aplicaciones que se extienden desde evaluaciones individuales y consultorías hasta grupos de comparación y estudios antropológicos, psicológicos, sociológicos, económicos. En todas sus aplicaciones, de cualquier forma, existe un hilo común creado por las matemáticas y los conceptos clave del sistema.
La Axiología Formal, la ciencia del valor, es un formato objetivo para medir actitudes y valores intangibles. Mide el nivel de desarrollo y los tipos de predisposiciones perceptuales en nuestro propio pensamiento. En otras palabras, la ciencia del valor mide la capacidad para valorar.
La cualidad distintiva de la Axiología Formal es que incorpora una tercera dimensión dentro de las comunicaciones y procesos de solución de problemas. Cada individuo tiene ciertos rasgos físicos básicos, habilidades y limitaciones que la ciencia médica puede medir. Podemos ver la expresión externa de estas habilidades en el comportamiento, en la forma en que una persona utiliza estas capacidades innatas y desarrolladas para relacionarse con su entorno. El comportamiento humano puede ser observado, categorizado y medido. Las ciencias sociales se enfocan en la explicación del comportamiento humano. Existe una tercera región que queda en medio de ambas y que incorpora las actitudes físicas y sus manifestaciones externas en el comportamiento.
Esta región es la percepción del individuo sobre el “ser” y el “mundo” y la transferencia de estas percepciones, conceptos, e ideas. La ciencia del valor matemáticamente define la capacidad perceptual y mide la habilidad para crear conceptos que surgen de nuestras percepciones, la habilidad para hacer juicios de valor. En efecto, la Axiología mide el “por qué” del comportamiento midiendo el proceso de pensamiento que está por atrás de dicho comportamiento.
La creación del Dr. Hartman de las matemáticas del valor ha revolucionado el proceso de comprensión de los valores y la valoración. La Axiología proporciona un marco de referencia universal para la comprensión de la percepción de la persona demostrando por qué un individuo ve o percibe una situación como lo hace, mostrando qué posibilidades de acceso tiene una persona a sus talentos naturales y explicando por qué el comportamiento de una persona es como es.
A través del Análisis Axiológico, el patrón único que pertenece a cada individuo puede ser observado y estudiado desde una perspectiva objetiva, puede ser comparado con aquellos patrones que pertenecen a otros individuos y puede ser integrado en situaciones problemáticas actuales. La evaluación objetiva de los patrones de valor de cada persona sirve como un medio para ayudar al individuo a comprender su potencial para desarrollarse y los bloqueos que pueden inhibir su crecimiento personal.
Como resultado, la integridad, que es producto del carácter único de la persona, puede ser protegida. Al mismo tiempo, los conflictos que pueden ocurrir y ocurren debido a esta misma individualidad única pueden ser comprendidos, y pueden ser prevenidos o resueltos.
Con el desarrollo de la Axiología Formal, que ha derivado en diversas disciplinas y ámbitos, lo que pretende Hartman es acercarse a descubrir la capacidad valorativa de la persona: su ciencia del valor permite medir la capacidad para valorar. A través de ella, nos aproximamos a la comprensión de cómo es que valoramos según lo hacemos. Si utilizamos el símil de la visión, lo que perseguiremos es conocer cómo está o cual es la capacidad de visión de una persona en relación, por ejemplo, a los colores, no la preferencia particular sobre un color u otro. Una de las herramientas que él diseñó para tal fin es el Perfil de Valores Hartman, que consideraremos desde su aplicación en la psicoterapia.